
Ramón Belaustegui: creador de RAUCH Zapatos
Vivió en Mar del Plata todo el secundario y vino a Buenos Aires a estudiar, pero el camino ‘tradicional’ del combo carrera universitaria y laburo de oficina no era lo que lo seducía.
Bien vestido y sonriente, Ramón nos recibió en el local de RAUCH en San Isidro a las nueve de la mañana con mate. Apagó su celular sin atenderlo cuando sonó por segunda vez, y durante dos horas nos convidó generosamente su historia personal y la historia de su local.
Sensible como persona y como creativo, tiene un ojo estético alucinante. Busca y explora permanentemente, respetando su esencia, pero por sobre todo confiando en sí mismo, en su equipo y en el tiempo natural de madurez de las cosas. Ramón es un distinto desde los detalles y las sutilezas, esas que la mayoría no percibimos.
“Soy de los que piensa que cuando tenés todo tan ordenado; jardín de infantes, primaria, secundaria, es como una línea de montaje, vas circulando. Después salís del secundario y tenés que elegir qué querés hacer, salís medio mareado. Ahí es donde uno debe volver a ver cómo caminar, a qué ritmo y de qué manera”, explica Ramón.
Siempre coqueteaba con la idea de hacer algo por su cuenta. A los 19 años vivía con sus abuelos y encontró unos botines viejos. Como le gustaba la ropa y arreglar cosas, decidió arreglarlos para poder usarlos: les cortó los tapones que estaban gastados, les compró una suela y los tiñó de bordó. Se los puso para ir al cumpleaños de un amigo de la facultad. Volviendo en colectivo le dolían los pies y pensó en hacerlos mejor.
A los 23 tuvo una crisis, porque veía que sus amigos se recibían y él seguía dando vueltas. Ahí se topó con el vecino de sus viejos en Mar del Plata. Gianni ‘el tano’, que era zapatero de toda la vida, le ofreció vender su linea de zapatos en Buenos Aires. A los 27 pudo viajar a Italia y visitar talleres y fábricas para entender cómo funcionaba el negocio. Le dijo a Gianni que se abría para hacer su propio negocio, y estudió dos años de Modelismo de Calzado en Flores. Hizo sus primeros doce zapatos de hombre. Le llevó mas de un año vender diez pares. En 2006, cambió de rumbo: vio que lo de hombre no se movía y diseñó para mujer.
“Estaba en un asado con mi mujer y amigos, observando los pies. Muchas mujeres con All Stars, otras dos con Dr. Martens, y dos más con otro tipo de zapato. Y pensé: ‘Que bueno sería que All Stars se casara con Dr. Martens y tuvieran un hijo’. Un zapato cómodo, accesible y blandito”, admite. Entonces, hizo un borcego con cuero de vestimenta. Y su gran sello y hit fue el borcego en matelassé inspirado en el tapizado de los carruajes antiguos que vio alguna vez en el campo.
Ese fue un nuevo inicio. Pudo colocar los borcegos en vidriera de un local en el bajo de San Isidro; ahí los vió el dueño de FeBo, cliente al día de hoy. Entrado el 2008, fue el furor: abría el showroom y en dos horas se vendían 30 pares.
El ingrediente clave: Creer en lo tuyo, que alguien te transmita confianza y perseverar.
El ritmo de trabajo: Es el equilibrio, saber cuándo parar y cuándo hay que meterle.
El mito que se rompe: El de la independecia del independiente. Creo que todos somos dependientes. Yo dependo de que los que laburan conmigo estén motivados, que mis clientes me compren. Todos estamos en relación de dependencia, lo que pasa es que son diferentes tipos de dependencia, uno está más ‘establecido’.
¿Algo que te aburra soberanamente? Leer.
Podrías pasar horas hablando de… los sentimientos de los seres humanos en la búsqueda de las cosas. Y de zapatos.
Un libro: El que todavía no leí. Queda pendiente para el próximo encuentro.
Una película: Forrest Gump y El Gran Pez.
Una comida: Agridulce y especiada.
Un TOC: Chequear y re-chequear que las cosas estén bien hechas.
¿Una canción que te haga bailar? ‘Nunca me faltes’ de Antonio Ríos.
Algo que harías volver: Hay unos zapatos que se llaman ‘Plantillados’; son unos que están cosidos tres veces a mano. Son duros al principio, pero no se rompen. Hoy los zapatos son pegados y después cosidos con una máquina. Esos lo usaban nuestros abuelos, mi abuelo tiene unos hace 30 años.
Siempre me preguntaba: “Esto… ¿será una moda?”, ese era mi gran dilema. No quiero transar y perder el eje. Por eso decidí seguir haciendo los mismos borcegos y ver si periféricamente puedo hacer que acompañen otras estrellas que también puedan brillar.
¿Cómo te malcrías a vos mismo? Un rico vino y una rica comida. A veces, frenar al mediodía, ir a algún lugar donde me sienta cómodo, pedir un plato que me guste. Ese día ya estuvo bueno.
¿Algo que te haya volado de cabeza? La obra de Gaudí.
RAUCH ZAPATOS Recoleta Av. Alvear 1807 3º 305. Lunes a Viernes de 13 a 20 hs. San Isidro Domingo Savio 3066. Martes a Sábado de 11 a 19 hs.