BARBARELLE: ‘Ese es mi motor, no solo el pulso de mi amor por la música, sino también que haya unx otrx que esté resonando con eso que yo comparto”

Bárbara Salazar, más conocida como Barbarelle, nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1990 y se crió en los alrededores del Parque Centenario. Estudió Diseño de Indumentaria, tuvo su propia marca, fue estilista de moda, soñó con conocer a Xuxa, trabajó en publicidad, fue parte de un ensamble de percusión, le planchó el traje a Sir Paul McCartney, bordó mucho, heredó una gata de su abuela, se formó en el campo de la astrología y musicalizó bares y radios de Nueva York, San Pablo y Río de Janeiro.

Sensible y multifacética, Bárbara se construye día a día a partir de diferentes fragmentos de la realidad que resuenan en ella. Vive atenta al mundo que la rodea y busca siempre ir un paso más allá de aquello que tiene a su alcance. 

Hoy es una de las selectoras musicales más reconocidas de la escena local – y no tan local. Trabajó en Modular Música como asistente de musicalización y booker de Camping, fue colaboradora en el programa El Sonido de KEXP, hizo sesiones de escucha de jazz en Blackforest con sonido hi-fi y actualmente transmite Atlas, su programa de radio, desde Dublab Los Ángeles.

¿Cómo y cuándo empezó tu relación con la música?

Me cuesta encontrar un momento. En mi casa, por más de que mis viejxs no son músicxs ni tengo una familia de artistas, siempre había instrumentos. Mi mamá dice que de chiquita yo tocaba de oído el teclado… Crecí con la música que se escuchaba en la casa de mis papás… Queen, Los Beatles, Mercedes Sosa, Celia Cruz… Otro hecho que creo que fue muy importante es que mi papá trabaja desde que soy chica en edición de videos, entonces tenía un montón de CDs de un montón de cosas que usaba para editar sociales o laburos que hacía. Después él empezó a trabajar más en recitales y yo lo acompañaba a todos. Me encantaba estar ahí, el backstage, los armados, ver los ámbiles… No me importaba quién tocaba, yo iba igual. Hoy en día, cuando trabajo en recitales, todavía aparece esa adrenalina de cuando era chiquita. A los once o doce años estudié piano y canto, aprendí a tocar sola la guitarra con la ayuda de unos primos que me enseñaron unos acordes, y después, en la adolescencia, empecé a generar mi propio sentido estético con la música.

¿Qué lugar considerás que tiene la música en tu vida hoy?

Yo creo que es gran parte de mi vida. Siempre lo fue, y hoy, al ser también parte de mi vocación y de lo que quiero entregar, es uno de los pilares más importantes. Pasó de ser una compañía a un hobby a un trabajo. Ahora también estoy buscándole la vuelta y llevándola para otro lado… Estuve estudiando sobre sound healing y entendiendo qué puede producir la música a nivel energético. Es como que todo el tiempo va mutando pero es un hilo conductor en mi vida.

 

Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika 


Si es que tenés un proceso de investigación musical, ¿en qué consiste?

¿Para un proyecto en particular?

Mmmm, en general. Esa ampliación del conocimiento, ¿se da de manera espontánea o es algo que te proponés?

Creo que es algo que persigo. En la secundaria siempre fui la que escuchaba música rara. Capaz yo estaba escuchando punk, riot grrrl y nadie en mi curso conocía eso. Siempre hubo una curiosidad más allá de lo que tenía a mi alrededor. Si había algo que me gustaba, como alguna banda, me ponía a mirar entrevistas y escuchaba cuáles eran sus influencias y ahí conocía más, investigaba discos, blogs… Y así se fue dando hasta el día de hoy. Esa noción de “seguro te sabés todo” es medio asfixiante… ¡Porque la realidad es que no! Ahora en la cuarentena quise que fluyera más, obviamente me siento a investigar porque es parte de mi trabajo, pero no quiero llegar al punto de que me agote y de sentirlo como un peso. Siempre está la presión de tener que saber más, pero quiero guiarme por lo que me llega y por cómo lo voy sintiendo. También el hecho de haber empezado a comprar discos hizo que esa curiosidad, que era básicamente virtual, tuviera otro campo de exploración. La sensación que tengo cuando voy a una disquería es la de una nena que entra a una juguetería. He pasado ahí horas y horas en los viajes que empecé a hacer casi que exclusivamente para buscar discos y viajar sola, que es lo que más me gusta. Me hago el mapa de las disquerías, le dedico todo un día y eso se vuelve parte de la búsqueda… Dejar que lo que me tiene que encontrar, me encuentre. A mí me gusta mucho comprar discos por la tapa, no sé… Hay algo muy intuitivo. Lo que no quiero es dejar que esa curiosidad, esa búsqueda, ese afán y ese hambre por conocer más, me quemen.

¿Qué te motiva a hacer lo que hacés?

Creo que lo que más me inspira es lo que yo siento con la música, o sea lo que a mí me genera y hasta dónde me lleva. Quiero poder transmitir eso y compartirlo con otras personas. A mí me hace sentir cosas tan profundas y tan físicas y tan no físicas a la vez, que quiero hacer que esto le pase a otrxs. Cuando empecé a encontrar mi voz como selectora tenía mucha inseguridad, porque justamente lo que a mí me gusta no es algo que acá tenga mucha llegada. Pero bueno, siempre trato de ser lo más genuina posible, y eso me fue dando pilas para darme cuenta de que no solo yo disfruto esta música, sino que otras personas también y que también les hace bien. De repente me escriben artistas diciendo que hicieron tal o cual obra mientras escuchaban mis playlists y eso es un montón porque lo que a mí me inspiró en algún momento, ahora está acompañando el proceso creativo o de relajación o de lo que sea de otra persona. Ese es mi motor, no solo el pulso de mi amor por la música, sino también que haya un otrx que esté resonando con eso que yo comparto.

¿Te considerás curadora?

Yo creo que sí. Nunca me sentí muy dentro del concepto de DJ. Sé que enmarca parcialmente lo que hago, pero hay algo de la imagen con lo que no me siento muy identificada. Creo que justamente yo le pongo más peso a la curaduría que a lo que puede ser la técnica… Por eso tampoco me siento tan “party DJ”. Me divierte pasar música en fiestas y de hecho lo hago, pero no es en donde más me siento yo.


Claro, creo que hay una gran sumatoria de valor de tu parte, ¿no? Generás un correlato, no hacés solo una selección.

Totalmente, no es solo generar un mood… Cualquier cosa que yo trate de abordar tiene que tener algo detrás, una historia, un relato… Muchas veces me lo imagino con películas, como que hay algo para contar. En todo lo que hago intento evitar la superficialidad, y no porque esté mal entretener, sino porque siento que no es el lugar en el que me puedo desplegar y llegar a otrxs.

¿Cómo fue el recorrido hasta llegar a poder vivir de esto?

Yo creo que el punto de inflexión fue cuando renuncié a la productora de publicidad en la que trabajaba. Era un laburo que me daba sostén económico, pero yo me sentía realmente vacía. Ya venía trabajando en paralelo en recitales, pero tenía la necesidad de compartir música y ahí fue cuando le escribí a Sole (SRZ) y empezamos a trabajar juntas. Ella viene trabajando hace mucho como musicalizadora y tiene Modular. Ahí sumé mucho aprendizaje sobre el lado más comercial de este mundo. El mismo año en el que empecé a trabajar con ella, decidí hacer mi primer viaje sola. Quería ir al Primavera Sound y fue todo medio sin pensar. No tenía la plata, tenía la tarjeta de crédito y saqué el pasaje y la entrada al festival. Quería ir más que nada por Bjork y Jane Birkin, que son más del indie, pero desde siempre referentes en mi vida. Me fui a Barcelona, a París y a Londres y creo que ese viaje fue el mayor impulso a dar el salto hacia la música. Conseguí un montón de discos que acá no encontraba y me volví loca. En el Primavera conocí a un montón de DJs que tienen una búsqueda más world music y ahí dije: “Claro, esto acá pasa”. En París encontré mucha data afro, me compré un montón de discos de las Islas Antillas y de música francesa que soy fanática. Y en Londres fue el punto culmine. Fui a muchas salas audiófilas y flashié al encontrarme, por ejemplo, con gente que escuchaba música en cuartos con los ojos cerrados. Fue muy inspirador vivir eso en carne propia, conocer esas formas de abordar y recibir la música. Y ahí me largué, empecé a pasar discos, ni siquiera tenía bandejas, pero fui aprendiendo todo sobre la marcha, me fui comprando las cositas… En fin, fue un proceso.

Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika

¿Hay algo de la música que abordás que te vincule con tus raíces?, ¿las conocés?, ¿o viene por otro lado?

Creo que con mis raíces debe haber algo inconsciente, porque la verdad es que no las conozco mucho. Sé que mis abuelas tenían ascendencia guaraní, así que hay algo que me une con los pueblos originarios. Pero es más a nivel celular, ancestral, y no tan consciente. Lo mismo me pasa con Brasil, me mueve un montón y no termino de entender por qué, pero bueno… Mi abuela era de Misiones, así que quizás haya una data por ahí…

¿Qué más te apasiona aparte de la música?

Muchas cosas. El arte en general, la fotografía, el cine… Hay algo de lo visual que me es muy importante. Soy muy curiosa y me encanta todo lo que tiene que ver con lo que no vemos. Suelo investigar sobre las energías, los misterios de la humanidad y de la no humanidad… Hay algo de lo místico que siempre estuvo muy presente. Y todo eso lo conecto con lo que hago porque de alguna forma busco ir a lugares más introspectivos y misteriosos. Bueno, también la naturaleza me inspira claramente, la necesito… Pero también se relaciona con esta búsqueda de unir todo. La naturaleza forma parte de lo que somos y es un constante recuerdo del lugar en el que vivimos. Desde lo más terrenal hasta lo más cósmico… Y eso también lo encuentro en la música, como por ejemplo, voy desde algo ambient y re space hasta algo recontra tierra y percusiones. Creo que son esos los dos mundos que viven en mí… Bueno, en todxs.

¿Qué estarías haciendo si no estuvieras dedicándote a la música?

Creo que algo vinculado al arte seguramente… Pero también pienso que podría haber sido arqueóloga.

¿Alguna vez pensaste en hacer música?

Sí. Es mi asignatura pendiente y mi talón de Aquiles. Desde que soy chiquita que toco algo de oído, pero no sé… Tuve una época en la que me la pasaba bordando, tenía mucho tiempo y fue un momento de mucha creación… Y bueno, ahí me había comprado un sintetizador y una placa de audio y había tenido el impulso de grabar algo. La búsqueda y las ganas están, pero hay algo que tengo que destrabar. 

 

¿Cuál consideras tu mayor logro hasta ahora? ¿Qué es un logro para vos?

Siento que están los logros tangibles y los internos. Mi mayor logro interno es haber podido destrabar algo y haberme lanzado a esto, confiado en mí. Y un logro tangible creo que, hoy por hoy, es Atlas. Venía con muchas ganas de hacer algo, de generar un espacio. Había hecho unas cositas en bares pero no me terminaba de encontrar ahí. Después surgió la idea de hacer este ciclo, empecé a buscar lugares y sponsors y no conseguía nada y me frustraba. No tenía plata para bancar todo y tampoco quería cobrar una entrada porque no me sentía del todo segura con estas sesiones de escucha que quería hacer. Quería generar un espacio más experimental en el que yo tuviera la libertad de pasar desde spiritual jazz hasta ambient hasta folklore sin ningún tipo de condicionamiento externo. Pude hacer solo una con la ayuda de un montón de gente que permitió que esto fuera gratuito. Fue muy hermoso el hecho de poder estar tranquila con esa libertad de que nadie me estuviera diciendo: “Dale que hay que hacer bailar a la gente”… Yo quiero que las personas puedan sentir la música, conectar y conocer cosas nuevas. Y bueno, Atlas después mutó a un programa de radio en Dublab. En principio íbamos a transmitir desde Camping, pero por la cuarentena no se pudo hacer con gente, así que lo sostuve desde mi casa. Me tiene muy contenta porque es un espacio en el que soy totalmente libre de compartir la música que me inspira y de generar estos climas que tejo milimétricamente. Paso de lo onírico a algo súper de la tierra a algo dramático y cinemático. La idea también es ir sumando invitadxs… Ya hicimos uno con Ivi Lee que toca con plantas y otro con Camila Nebbia que es una saxofonista increíble. Creo que esto es un gran logro tangible, estar en una radio en la que hay gente que admiro mucho como Meredith Monk ya me parece muy groso.

 

¿Qué te gustaría para tu futuro laboral?

Lo que más quiero es poder viajar, no solo para compartir lo que hago sino también para ir a nutrirme. Aparte de eso, algo que me encantaría en algún momento es hacer música para películas, trabajar en cine desde mi lugar. 

 

Ya que estamos con tus discos acá al lado… ¿Cuál es la joyita de tu colección?

No puedo elegir una sola…

Journey in Satchidananda, de Alice Coltrane.

Tiempo Reflejado, de Manolo Juárez.

Spirit of the Times, de Dom Um Romao.

 

¿Un disco que te avergüence tener?

Sexto Sentido, de Xuxa.

 

¿El último que escuchaste?

Un compilado de Ella Fitzgerald


Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika

 

Un libro: El Kybalion y Be Here Now, de Ram Dass

Un sonido: El del agua corriendo 

Un olor: El de la canela

Un álbum: The Noise Made by People, de Broadcast

Una canción para cuando estás triste: Love song, de Vashti Bunyan para que acompañe o cualquiera de Jorge Ben Jor para levantar.

Una canción para regalarle al mundo: Soul vibrations, de Dorothy Ashby

Unx artista: Hilma af Klint

Unx músicx: Bjork

Una comida: Pizza

Una película: Todo sobre mi madre, de Almodóvar.

Mayor miedo: Vivir la vida con miedo.

Lo que más te enoja: ¡Ay me lo preguntó la homeópata y es tan difícil! La injusticia, la gente que pasa por encima a otrxs.

¿Hacer reír o que te hagan reír? Hacer reír

Un ritual: Meditar y armonizar mi energía.

Una persona con la que te tomarías un café: Miranda July

Un rincón de Buenos Aires: El Centro, la Galería del Óptico, la Avenida Corrientes, los “bares de viejes”.

¿Hacia adentro o hacia afuera? Hacia adentro

¿Alguien que te inspire? Las mujeres sensibles que emanan libertad, coraje y aventura.

¿Día o noche? Día

¿Agua o tierra? Tierra

Lo que más te aburre: La burocracia

Lo que más te emociona: Viajar

Palabra favorita: Alma

Mejor recital de tu vida: Bjork en Buenos Aires (2012) y su show Cornucopia en Nueva York dirigido por Lucrecia Martel (2019).


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