AGOSTINA VALLE SAGGIO: “PARA MÍ LA FOTOGRAFÍA ES UN PROCESO PERSONAL E IDENTITARIO”

Son las cuatro de la tarde de un día de sol. Hay brisa y el murmullo tenue de la ciudad se cuela por las intersecciones abiertas de una terraza techada que ocupa toda la esquina. Es un restó. Es lunes camuflado de sábado o domingo. Es el barrio de Palermo. 


Con la puntualidad de los ingleses llega Agostina Valle Saggio. Viste una remera amplia en la que puede comenzar a leerse su ideología, unos pantalones – también amplios –   rayados, unas zapatillas como para viajar a la luna. Un ojo en color celeste, otro es marrón intenso. Es diminuto hasta que abre la boca y sus palabras construyen argumentos sólidos que desafían todos los rincones del deber ser. “Les aviso que no me identifico con pronombres femeninos ni masculinos, pero en el caso de usarlos, prefiero que me llamen por el masculino”, dirá con intransigente seriedad al equipo de Yuki presente allí.

 


Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika 

Nació en el último año de la década menemista, en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Es hermano mayor de una hermana menor que se dedicó al deporte. Su hogar – un espacio de ridícula libertad para el contexto – fue a la vez cobijo y desamparo, privilegio y desventaja, paraíso e infierno. Una consciencia excarcelaria, una autonomía irremediable, una rebeldía sin pausas, una rebeldía con causas. Un padre sensible de quien asimiló la visión artística, una madre perfeccionista que le enseñó las recompensas de la constancia. Un padre y una madre a quienes ama.


El mismo día que terminó el colegio sacó un pasaje con la desesperación de quien escapa de una prisión o de quien persigue un sueño. Al día siguiente estaba instalado – definitivamente – en la Ciudad de Buenos Aires con la excusa de estudiar cine. Entró en la UNA, abandonó. Entró en la UBA para la Lic. en Diseño de Indumentaria, abandonó. Volvió a la UNA para la Lic. en Artes Multimediales. Un año y medio transcurrió.

Abandonó. “No me encuentro mucho en lo académico ni en las formas de aprender desde la exigencia. Soy una persona bastante estructurada y organizada, entonces no me cuesta ponerme fechas, horarios, días en los cuales aprender”, explicará en algún momento. Más tarde, dirá también que sufre de ansiedad y que las instituciones se la aumentan.

 

¿Cómo surgió tu vínculo con el arte?

Mi padres tenían la regla de que cuando comenzaba el año teníamos que elegir un deporte y una actividad artística. A mi no me copaba tanto elegir deporte, pero hice tenis, telas. Y también siempre hacía algo más relacionado a la música, a la pintura o el dibujo. Yo antes era una persona muy poco comunicativa y aprendí con el tiempo – mucha terapia también –  a adquirir herramientas y en ese momento de tanto ahogo mi única forma de salir de ahí era hacer, crear cosas, desde dibujar, pintar, hacer fotos. El arte en sí siempre fue una herramienta que me permitió sacar hacia fuera lo que sentía cuando no sabía desde qué lado hacerlo, por eso siempre fue algo muy personal también.

 

¿A qué momento te referís?

Yo entré en la adolescencia y para mi fue como un balde de agua, fue entender que el mundo no era tan libre como a mi me lo habían planteado. Yo crecí con muchas libertades y fui muy consentido, incluso hasta el día de hoy. 

 

¿Y cómo te afectó?

Fui una persona muy suicida, durante 4 años la pase muy mal y no entendía cómo salir de ese pozo, y eso viene cargado de una sensibilidad que yo tampoco pude manejar. Mi nivel de empatía y sensibilidad eran tan fuertes que me ahogaba, no sabía qué hacer y no tuve las herramientas emocionales para poder manejarlo.

 

¿Cuándo empezaste a sacar fotos?

Cuando era peque empecé a sacar con las digitales compactas que tenían mis viejos y como a los 13 o 14 años me regalaron una semi réflex para mi cumple, estaba feliz pero no sabía como usarla. Mi viejo me imprimía guías de Canon y de Nikon y yo leía y trataba de aprender, me gusta mucho aprender. Y para los 15 años tuve mi primer cámara, una réflex semi full frame y luego con mis ahorros me compré un lente.

 

                                            Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika


¿La fotografía fue un cable a tierra en ese entonces?

 

Yo hacía más que nada foto documental,  registraba mi casa, mis amigues, era una forma de estar presente. Realmente fue una etapa muy complicada, no solo era depresión,  también era ansiedad, era insomnio, era disociación continua de no entender dónde estaba. Y era eso, todos los días.  Y mi única forma de entender la realidad, de entender que estaba existiendo era ver fotos, era un registro de memoria, era “estoy vivo, estoy acá, va a estar todo bien en algún momento y necesito este registro para entender”. 

 

¿Conservas esas fotos?

Esas fotos para mi son una memoria, yo las veo y me acuerdo de cómo estaba ese día, me acuerdo como me sentía, como un registro sensorial también, es algo muy tangible, y cuando decido revisar ese archivo, no me da placer verlas y tengo que estar mentalmente muy bien como para no volver a ese lugar.

 

¿Alguna vez estudiaste formalmente fotografía?

 

No. Mi único acercamiento a una clase fue en Bahía Blanca con una fotógrafa. Ella era diferente y dentro de todo hacía cosas diferentes a lo que existía ahí. Con ella hice algunos meses en los que me enseñó cosas básicas de la cámara y de edición. Pero siempre fui bastante independiente, siempre fue más bien leer, probar, sacar fotos, entender qué no me gustaba, seguir sacando. 

 

¿Por qué ella era diferente?

Ella era muy diferente a lo que yo conocía a nivel de aspecto. Estaba toda tatuada, tenía el pelo de color, era algo que yo nunca había visto. Era increíble. Y retocaba muy bien, hacía unos montajes medio fantasiosos que tal vez no era lo que me interesaba, pero era distinto. Y cuando tenía 15 años, ella estaba publicando unos proyectos sobre sexualidad y para mi esa info fue ¡“wow”!

 

¿Qué te aportó la formación autodidacta a diferencia de la formación tradicional?

Siento que hay algo muy clave en una institución que es estructurar un pensamiento y una forma. El hecho de haber buscado por mi cuenta lo que me interesaba sin tener las herramientas, me ayudó a tener más libertad de creación, a conectarme más con la sensibilidad y no tanto con la técnica. Sí me parece importante tener una técnica, entender lo que estás haciendo, cómo estás usando el equipo, cuáles son los límites de tu cámara, todo eso me parece súper importante porque es una herramienta. Pero si del otro lado no tenes la sensibilidad, el ojo o la empatía para usarla sabiamente, la técnica no te sirve de nada. Entonces, creo que hay algo que no te enseña la institución que es la sensibilidad para poder expresar.

 

 

 

Fotos de Agosto

 

¿Qué es la creatividad para vos?

Para mi la creatividad es inteligencia, pero no desde un lado intelectual de ver quién sabe más, sino que es una forma de resolver. La creatividad no es solo artística, es una forma de vida, hay que ser creativo para vivir y más en un país en el que hay muchas cosas que no se nos dan tan fácilmente. Y siento que todos tenemos la capacidad para entrenar esa creatividad, creo que se aprende a ser creativo y a ver las cosas de otra manera.

 

Y a vos, ¿qué te hace ver distinto? 

Tuve varias personas que fueron muy claves en mi vida. Mi prima veía las cosas de otra forma y a mi eso me llamaba mucho la atención y aprendí mucho de ella, era una fuente de sabiduría. Otra persona que fue clave para sentir que no soy un bicho raro en el mundo es mi novie, fue la primera persona que me enseñó lo que es ser una persona trans. También una profesora que tuve en el colegio en “Salud y Adolescencia”, a quien admiraba mucho. Conocerle fue empezar a entenderme desde un lugar seguro. Y después un amigo que me inició más en el mundo del género y la identidad.

 


Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika

 

 UN REGISTRO DE IDENTIDAD

Una infancia alegre y prolífica en actividades, desembocó en la fotografía como un juego. Años después, aquel acto de observación pasiva se convirtió en registro activo y lacerante de su propia existencia. En una huella de lo real. En una versión no definitiva de si mismo. Hoy, es su manera de estar en el mundo. Es su manera de ocupar todos aquellos espacios que antaño le fueron negados.

 

En tanto identidad de género te definís como una persona no binaria, ¿qué momento relacionado con el género fue decisivo en tu vida?

La transición hacia asumir mi identidad de género fue cuando me instalé en Buenos Aires. En realidad primero salí del closet siendo gay, pero no era algo que pensara tanto, fue un proceso más orgánico. Quizás sí tuve un primer momento de incomodidad, pero por vivir en Bahía Blanca, no por una inconformidad conmigo. Sin embargo, nunca me asumí como mujer, mi expresión de género era más bien masculino. Hasta que me puse de novie  y elle usaba cualquier pronombre. Fue una de las primeras personas que me enseñó este tipo de terminologías, y qué significaba ser una persona trans. Y es gracioso porque al principio me decía “vos sos un coso” y a mí me resultaba cómodo eso. Pensaba: “es verdad soy un coso acá flotando medio amorfo”. Fue la única persona que de alguna manera me dijo: “fijate que haces con tu identidad, no?”. 

 

¿En qué medida este cambio de perspectiva influenció tu visión artística?

Cuando entendí que quería fotografiar personas empecé a hacer una distinción de quiénes eran esas personas y mediante quiénes me quería ver reflejado también. Yo entendí que no hay una representación de mi identidad en la fotografía o al menos en su mayoría o al menos en lo que es Argentina. No hablo de proyectos personales, yo sigo a muchos fotógrafes que son trans que hacen proyectos con personas trans, me refiero a lo masivo. No estamos en las publicidades, no estamos en los espacios de trabajo masivos y no existimos como tenemos que existir. Si existimos, nos camuflamos porque tenemos que resistir ahí. 

 

Fotos de Agosto

 

Alguna vez dijiste: “lo que no se nombra, no existe”. En ese sentido, y en el marco de la cultura visual en la que nos encontramos, podríamos decir que lo que no se ve, tampoco existe….

Totalmente. Y yo entendí que la clave es la representación. Entendí que solo existimos en nuestros círculos seguros y eso está muy mal porque habla de una sociedad que no nos incluye. Y para mi el cambio fue eso. Entendí que necesitaba usar la  fotografía como un medio para la representación. Pero no tanto desde un lugar de visibilizar, porque cada uno se visibiliza solo, sino desde un lado de “necesito este espacio para aprender de vos y tener tu rostro como un registro de identidad”.

 

La acción de fotografiar es un momento en el que cada quien construye su propio relato. ¿Cuál dirías que es el tuyo?

Para mí la fotografía es un proceso personal e identitario. Desde mi lugar muy pequeño en este universo, me interesa mostrar que existe la diversidad y que alguien necesita sentirse identificado con eso todo el tiempo. Pero esto que te decía, no desde un lugar de ayudar a nadie, sino más por lo que yo aprendo. Y cambió mucho mi noción de la belleza fotografiando a personas que tal vez otra gente no considere bella. Las personas que fotografío, me parecen bellezas increíbles, no es por el simple hecho de que tengan una mancha en la cara.

 

 

  

Fotos de Agosto

 

 

Hoy, ¿cuál es tu visión de la belleza?

Para mi es lo diverso. Para mi la belleza está en la diversidad. El hecho de entender que soy diferente a otra persona, somos seres únicos y se puede encontrar belleza hasta donde crees que no está. Y en la diversidad se encuentra lo único. Y eso me pasa también con los rostros, que son tan diferentes, son bellos en formas tan diferentes… Y la belleza no es solo física o estética eh!, sino que implica también lo que la persona es, hace y dice. 

 

El cuerpo y sus modos de expresarse tienen un protagonismo insoslayable en tus fotografías: pieles y voluptuosidades diversas que presentan cicatrices, rosácea, manchas de vino oporto, capilares expuestos y vellos. Pareciera que tus ojos se detienen allí donde muchxs no se animan a mirar y otrxs estigmatizan. ¿Por qué es importante mostrar eso?

Primero, porque es lo que me sale, porque pertenezco a ese mundo y si no lo muestro siento que no estoy siendo fiel a lo que soy y a los espacios donde pertenezco. Segundo, me parece importante porque necesitamos representaciones, porque si uno no se ve representado en otro, piensa que está solo. Y a mi eso me pasó mucho tiempo, yo no me vi en nadie nunca. Si no existe una representación de las personas trans les niñes que están muy confudides no van a tener con qué identificarse. Necesitamos primero ocupar espacios masivos,  segundo generar representación y no desde un lugar banal. Yo lo hago porque lo vivo, no lo hago porque creo que es cool.

 

Quienes retratas parecieran ser capaces de practicar una enorme entrega hacia vos. Se desnudan y, en ocasiones, no sólo metafóricamente. ¿Cómo logras ese nivel de intimidad?

Hay algo que yo genero desde la experiencia propia y desde relacionarme con muchas de esas personas. Luca, por ejemplo, es mi amigo, es una persona que me informó y me guió mucho en este camino. A veces no hay un conocimiento previo con la persona y creo que lo genero desde lo sensible. También el espacio siempre tiene que ser seguro, la persona tiene que estar cómoda y le tiene que gustar lo que yo hago, sino no tiene sentido.  Y  siempre que le escribo a alguien para fotografiar, le planteo cuál es la idea. Si trabajo con personas que van a estar desnudas prefiero que ya hayan modelado desnudas antes, por una cuestión de comodidad y de seguridad. Y por otro lado, cosas mínimas: que no te estés cagando de hambre o de frío.

 

Foto de Francisca Sánchez Terrero para Cuika

 

 EL MÉRITO ES ATREVERSE A MIRAR 

Hay una foto: un vientre abultado humectado en lo que se percibe como transpiración, un ombligo con la forma de una sonrisa invertida, una bombacha blanca de textura mixta que enmarca una palabra: “GORDA”. Hay otra foto de una simplicidad tan abrumadora como cotidiana: una mujer trans recién salida de la ducha afeitándose la barba. Superficies cargadas de sentido, las fotografías de Agosto, enuncian sin artilugios ni banalidades realidades diversas, todavía marginales.

 

¿Qué emociones transitas desde el inicio del proceso creativo hasta concretar la imagen final?

Ansiedad. Soy una persona muy ansiosa y eso me lleva a hacer de todo una catástrofe. Y es difícil porque de todo puedo imaginar el peor escenario y entonces a veces es difícil lidiar con la ansiedad y con la creatividad. De pensar que va a salir todo bien, a pensar que estoy perdiendo el tiempo.

 

Una idea, un concepto, una sensación, una temática, ¿cuál suele ser el disparador que inicia un proyecto fotográfico?

Creo que son las ganas. A veces es el impulso de necesitarlo, después busco una persona o una referencia y así empieza. Siento que al menos una o dos veces por mes tengo que hacer algo y busco la forma de hacerlo. Tampoco soy tanto de la serie de fotos, soy más de los retratos.

 

¿Por qué haces retratos?

Desde siempre soy muy obsesivo con los rostros: los ojos, las narices, las bocas, el pelo, las orejas, miro mucho los rostros. Hay algo muy fuerte de la apreciación de la belleza en los rostros, pero desde un lado muy inusual. Me pasa desde que soy chico, recuerdo tener 13 años y amar la cara de Tilda Swinton. Y los cuerpos también. Tampoco fue algo planeado, no recuerdo ningún momento en el que haya decidido dedicarme a hacer retratos.

 

¿Qué criterio implementas para crear tus equipos de trabajo?

Varias cosas, desde lo estético hasta los valores y la energía. Yo no voy a laburar con alguien que es racista. Son decisiones personales y porque no me lo permito, no voy a colaborar con gente que vaya en contra de lo que yo pienso. A veces esas cosas no las podes saber y a veces me guío también por las redes. Yo investigo bastante. Stalkeo bastante en redes. Desde que estoy acá generé un equipo que conozco, sé cómo trabaja y confío. También laburo mucho con un amigo – Joaquín Vega Caro – que es maquillador y peinador, con quien hemos hecho muchas cosas juntes, es como mi mano derecha, logramos una conexión bastante piola, confío en lo que hace y entiende lo que digo. 

 

En algunos de tus proyectos hay una clara apuesta de composición estética: diseño de pelo y make up además del vestuario. ¿Quién se encarga de la dirección de arte?

En mis trabajos personales lo hago todo yo: armar las referencias, elegir a las personas, contactar a la gente, coordinar el día, etc. Y hace tiempo estoy tratando de armar un equipo porque es más fácil laburar así. A mi me cuesta mucho conectar con alguien que entienda lo que estoy diciendo, porque soy muy obsesivo y detallista, pero es difícil lograrlo, que todes quieran y tengan el tiempo para hacerlo.

 

 

CRECIMIENTO SIN ESCALAS

Con la misma celeridad que transitó su transformación de infante a joven, deambulan hoy sus imágenes en las redes sociales y en las exposiciones locales e internacionales. Este año recibió el Primer Puesto Nacional en la convocatoria “Sony World Photography Award” y en 2019 la Mención de Honor en la categoría “Moda” del certamen “The Yellow Award” – premios al talento fotográfico otorgados por Canon España y Capture One -. También sus fotografías pudieron apreciarse en “Art Palm Beach” (Miami), luego de ser convocado nada menos que por el mismísimo curador de la muestra.

 

La industria publicitaria y de la comunicación históricamente trabajaron produciendo y reproduciendo los estereotipos de belleza hegemónicos, excluyendo así la diversidad propia de la humanidad. ¿Cuál es tu visión respecto del momento actual que está viviendo la imagen publicitaria?

Hay algo muy clave que está pasando en la publicidad y es que intentan ser diversos y no la ven. ¿Por qué no la ven? Porque no la viven, no están ahí y en lugar de incluir en sus equipos de trabajo a personas que saben, hacen cosas ridículas y no tienen a nadie que les diga “esto no va”. 

 

Contrariamente, la marca DOVE en alianza con la agencia de imágenes GETTY IMAGES y la comunidad creativa GIRL GAZE, llevó a cabo #SHOWUS, la campaña mundial que buscó representar la belleza femenina real. Fuiste seleccionada y tus fotos fueron exhibidas en los edificios Time Square (New York ) y Piccadilly Circus (Londres). ¿Qué significó para vos esta experiencia?

Primero me pareció una propuesta mega  porque dentro de todo existía una diversidad bastante amplia en la campaña, está muy acertada de acuerdo a lo que plantea. En lo personal fue un proceso raro porque fue uno de mis primeros laburos grandes que tuve y de los pocos jaja…. Y fue raro entender que lo podía hacer porque tengo un nivel de autocrítica muy fuerte. Pero fue una experiencia muy buena, de hecho conocí a Cinthya, a quien retraté, ella es activista gorda y me enseñó mucho. Y lo del Time Square nunca lo procesé jajaj, fue como “ni idea qué está pasando”. Para entenderlo tendría haber estado ahí parado mirando la foto.

 

El año pasado realizaste tu primera exposición individual en Espacio Estudio bajo el título “La imagen que opera”. ¿Cómo surgió el nombre?

Trabajé con la curaduría de Juan Francisco Masabeu que tiene una mirada muy analítica y veía cosas sobre mi obra que yo no. Eso me ayudo un poco a simplificar y darle una forma a lo que estaba haciendo en ese momento. Él estaba leyendo unos textos que hablan sobre la imagen contemporánea, sobre lo que dice la imagen. Me planteó este nombre y yo sentí “sí ese es el nombre”. También escribió un texto curatorial muy lindo relacionado a esto de la imagen que tiene algo para decir, más allá de lo visual, la imagen que viene a romper estructuras tanto sociales como visuales y que esté ahí para decir algo y para aprender algo de eso.

 

Con la curaduría de CURATED BY GIRLS – comunidad enfocada en la diversidad e igualdad que promueve artistas emergentes – participaste en distintas exposiciones en Alemania. Una de ellas fue “NEW FEMINITY #3”. ¿Cuál es tu definición de femineidad?

Para mí la feminidad y la masculinidad son una construcción, son lo que vos quieras que sean en realidad. La femineidad no es ser mujer, ni la masculinidad es ser hombre. De hecho son conceptos que podrían romperse porque no tienen ningún sustento, en realidad son normas asociadas a la imagen. Entonces si vamos a hablar desde lo social, para mi es un espectro donde uno puede fluir si tiene ganas y si se lo permite. Y es un descubrimiento muy zarpado porque es escucharte y descubrir lo que queres y cómo queres expresarlo. Yo estoy en un espectro que va cambiando y donde me sienta cómodo me quedo y si no me siento cómodo, me voy. Esa es la libertad máxima de acercarme a quien soy.

 

PING PONG_

¿Crees en vos?
A veces

¿Cuál es el estado presente de tu espíritu?
Disperso

Un rasgo de tu personalidad que te caracterice
La curiosidad

Un cable a tierra
Terapia

¿Qué te enamora?
El talento

Una banda para editar fotos
CRUMB

Una cuenta de Instagram que recomiendes
KINY VIBE. Tienen data muy copada sobre libros y sexualidad, hacen fanzines informativos, es también una tienda de juguetes eróticos.

Una deuda del Estado con las minorías
Uff miles! Que se cumpla el cupo laboral trans, políticas de cuidados, reconocimiento de identidad no binaria en el documento.

Un rasgo de tu generación que te guste
La justicia social

3 fotógrafxs que todes deberíamos conocer
Louise Banks, Nadine Ijewere, Cho Gi Seok

Una mente creativa que admires
Nadia Lee!!!

Una personalidad que te encantaría retratar
Tilda Swinton

Qué fue lo último que te flasheó
Entender que vivimos en una sociedad muy binaria y es muy difícil existir fuera de eso. Eso me flashea continuamente.

Un proyecto a futuro
Me gustaría empezar a hacer una serie de retratos solo analógicos, pero es una idea en desarrollo aún.